viernes, 30 de octubre de 2009

PATOSO... UNA DEUDA PENDIENTE SALDADA

Cuando tenía 8 años, allá por 1.978, apareció en el mercado, salido de la nada y encumbrado publicitariamente en la única cadena que podiamos ver en Cangas del Narce (Asturias), la primera, el PATOSO, una maravilla de muñeco en aquellos años y así lo sigo pensando, ya que nunca logré que "los Reyes Mago", se dignaran a dejarmelo mi casa, aunque sí veía cómo en otras casas afortunadas les dejaban un año el rubio y otro año el moreno (casualmente, estas niñas afortunadas eran a las que siempre los Reyes Magos les dejaban maravillas).



Este maravilloso y, para mi, tan apreciado muñeco (casi tanto como la Nancy, ya que mis ansias de tenerlo fueron infinitas), aparecía con la novedad de que gateaba, además de tener unos enormes ojos y una cara muy poco común en los muñecos de la época. Hasta el momento sólo lloraban o hacían pompitas....



Evidentemente, como una niña de ocho años no entiende de precios, fui pesada hasta la saciedad y no sé cómo mi madre no me envolvió en papel de regalo, con lacito incluído, y me envió a Siberia a pasar una temporadita con los esquimales, ya que, he de reconocer que, recordándolo, me caigo pesada a mi misma. Pero mi madre, que sí sabía mucho de precios y de llegar a final de mes ahorrando, no lo tenía previsto en sus planes, ni lo tuvo nunca.










Su duración en el mercado fue más bien escasa, ya que, en cuatro o cinco años había desaparecido del mismo... Debieron ser los años más largos para mi madre, ya que, no había año que no insistiera en lo mismo... La anécdota es que, precisamente después de cuatro años pidiendo y rogando un patoso para Reyes (ya tenía 12, jajaja), dio la casualidad que en el vecindario hubo una niña afortunada de apenas 5 años a la que sí que se lo trajeron (y pensaba yo... se habrán confundido los reyes de casa????, jajaja), y mi madre, en su buen hacer, pensando que viendolo en directo me parecería horrible de la muerte, no tuvo mejor idea que llevarme a su casa para que viera en directo lo horrible que era (era la excusa que ponía mi madre para no comprármelo: Es feo, feo de narices, y además de cuerpo duro... es el muñeco más feo que he visto... bla, bla, bla)... Y cuando lo vi a aquella mocosa, que no sabía lo que tenía entre manos, simplemente me apeteció cogerlo y largarme de allí con él a la velocidad del rayo... Pero con doce años, ya tienes "algo más de cordura" y no lo hice, aunque sí pasé ganas de tirarle de los pelos a la niña de las narices....










La artimaña de mi madre, desde luego, no funcionó... tuvo la gran suerte que al año siguiente ni siquiera aparecía en la juguetería... Y ahí desistí de poder hacerme con uno...
Pues después de treinta años añorando mi a mi querido Patoso, del que fui incapaz de quitarme de la cabeza, estando de vacaciones en Castropol, decidimos mi marido y yo dar una vueltita por los alrededores en busca de alguna cosita de nancy... La vueltita fue que acabamos en El Ferrol (a doscientos kilómetros aproximadamente), sin resultado positivo alguno y, de repente, veo una juguetería más antigüa que la carraca que llevaba cerrada por lo menos veinte años, con todo el material dentro.... Y en una estantería veo, con su caja y todo UN PATOSO RUBIOOOOOO!!!!!... Qué estrés, preguntando a todo el mundo que pasaba por la calle de quién era aquel local... en fin, logramos contactar con el dueño, que estaba en su casa y allí fui a picarle (es lo que tienen las poblaciones pequeñas, todo el mundo se conoce y te informan hasta de sus horarios, jajaja)... Así que, finalmente conseguí convencer al tipo, que no tenía mucho afán en deshacerse de la mercancía, que me dejara ver lo que tenía...






Allí había de todo (por supuesto, de Nancy y complementos, ni rastro)... Lo primero que hice fue agarrarme al Patoso como una loca posesa y, con él en la mano, con una caja que tenía más polvo que mi salón, fui revisando todo lo que tenía y, amontonado como si fuera a ir a la basura, descubro otros tres patosos. Le dije al instante que me los llevaba todos, sin preguntar siquiera cuánto pedía por ellos...
Finalmente, les puso un precio de SEIS EUROS!!!!!! a cada uno ya que, según él "YA ERAN MUY VIEJOS!!!!". Mi marido de los nervios, ya que, me preguntaba para qué los quería todos y yo... muy digna... le dije: "Hombre, uno para mí, los otros para vender!!!, jajaja". Bueno, su respuesta es el resultado de tantos años juntos (ya van veintidos): "Si no te conociera!!!!, estos muñecos no van a salir de casa". Yo, ni "mu"...








Efectivamente, me conoce mucho y los patosos siguen en mi casa, evidentemente, jajaja...
Mirando detenidamente la caja tan deteriorada, le veo el precio que marcaba: "Dos Mil Setecientas Cincuenta pesetas"... Y en ese momento, me di cuenta de que, efectivamente nunca lo hubiera tenido ya que, con ese dinero mi madre ponía reyes a todo el vecindario, jajaja... Con razón me quería quitar de la cabeza la idea....


Por supuesto, quise ver la reacción de mi madre en el momento de enseñárselos, me dejó sorprendida y me recordó que, una vez que dice algo, no se desdice aunque le vaya la vida en ello: "Me sigue pareciendo un muñeco feo, feo... el más feo que vi en mi vida!!!!", jajaja... lo que me hace mucha gracia ya que, ese comentario me certifica su sufrimiento al no poder comprármelo... De otro modo, ni siquiera se hubiera acordado de él... Su frase fue la misma que treinta años atrás... así que, no me queda otra que decirle: "Gracias mamá..."


Pues aquí os dejo las fotos de mis preciadisimos Patosos, que no saldrán jamás por la puerta y me estoy pensando en dejarlos en testamento, jajaja...